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Locales

Cambiar para que todo cambie

El remezón electoral, presentido o no, provocó una campaña interminable plagada de operaciones y descalificaciones que provocaron el hastío del electorado, la indecisión de muchos y finalmente la rebelión de las mayorías. Fue un golpe de Estado con las herramientas de la Democracia, que deja enseñanzas y escarmientos.
Agrandar imagen La ciudadanía festejó tal vez la esperanza de una Democracia que sigue escribiendo capítulos.
La ciudadanía festejó tal vez la esperanza de una Democracia que sigue escribiendo capítulos.
Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

En algún momento de nuestra Nación surgió el clamor "que se vayan todos". No ocurrió por la fuerza, ocurrió por los votos. Si aceptamos aquella sentencia que viene desde siglos vox pópuli, vox Dei, la expresión soberana del pueblo dijo lo suyo sin que consiguieran callarlo, ni los militantes de la calle ni los militantes de los medios. Lo que hace pocos meses no se sospechaba, sucedió.

El mérito personal de Javier Milei, un cazador solitario en un bosque de fieras, marca un episodio inesperado en la política argentina. A estas horas, millares de funcionarios públicos están palpitando un futuro lleno de dudas, tratando de acomodar su cuerpo dentro de la masa de nuevos rostros. Este cazador solitario, enfrentado a un engranaje que nació hace más de 75 años, no es sino una criatura propia de errores ajenos; no hubiera sido posible tal crecimiento a no ser por la suma de desaciertos y delitos, como consecuencia de una convicción de impunidad obscena.

Se resolvió la incógnita. No recuerdo -y son muchos los años pasados y las Elecciones votadas- comicios con tal nivel de agresividad, insultante, plagado de mentiras y operaciones de prensa, con trampas de todo nivel de bajezas. ¿Qué se pretendió? ¿Reducir a su mínima expresión el concepto de Democracia? ¿La Democracia es eso? Hace unos días nos enjuagábamos la boca con el 40° aniversario de la obtención de la Democracia. ¿Era para esto? Estábamos y estamos orgullosos de nuestro país, pero no podemos tolerar que nuestra bandera se vuelva un estropajo en manos de un montón de energúmenos que hacen de la militancia un campo de batalla. Y eso pasó en estos últimos meses. La desesperación por la posibilidad de perder prebendas y acceso al dinero de los otros, de los que trabajan en serio, desató una suma de manifestaciones individuales y colectivas que dieron a entender que lo que interesa no es la patria sino la propia quinta. El país, éste, Argentina, está mal, muy mal, con un horizonte turbio que, desde nuestra anonimia de votantes, no alcanzamos a comprender. Pero sentimos que estamos mal y que mucha gente sufre y que muchos otros salen a robar lo que sea a quien fuere para poder alimentar estómago y vicios.

Afortunadamente, el discurso anticipado y conciliador de Sergio Massa es una especie de llamado a aceptar una realidad tan contundente como inesperada. No se puede pensar en la reparación de la grieta: existe, ha existido y existirá; lo que esperamos es la sensatez de ganadores y perdedores para inaugurar un tiempo de respeto mutuo y aceptación civilizada de las antinomias.

Con rostros poco o nada conocidos, una renovada generación política se irá presentando en sociedad en los próximos días. ¿Es motivo para la esperanza? ¿Es motivo para la paz interior? En Rafaela, la transición está siendo armónica, tolerante y colaborativa; algo parecido ocurre en la Provincia; cada uno tendrá ahora la misión de facilitar el diálogo y aceptar los cambios que sin dudas ocurrirán y que echen por tierra aquello de cambiar para que nada cambie.

La Argentina tras el triunfo de Milei locales elecciones 2023 Javier Milei

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