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Opinión

El rincón de los músicos

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

En el extremo sureste de la ciudad, irregular y solitario, hay un rincón donde los músicos se han reunido para no volver. Allí coinciden los nombres de Feliciano Brunelli, Miguel Cetta y Ernesto Rondó. Es probable que los habitantes cercanos del sector necesiten algunos datos para saber de dónde viene el mérito de estos rafaelinos.

Miguel Cetta

Santafesino por nacimiento desde el 13 de noviembre de 1897, su familia se radicó en Rafaela cuando él tenía 11 años. Su inquietud musical lo llevó a estudiar con distintos profesores, con quienes aprendió violín, trompeta, contrabajo y trombón. Si bien el pueblo crecía rápidamente, no había muchas oportunidades para un joven sin antecedentes, de modo que buscó y consiguió un lugar en la banda dirigida por Nicolás Providenti. Entusiasmado, poco tiempo después formó el "Cuarteto Cetta", que integraron además Alberto Quilindro, Ernesto Remonda y Luis Remonda, hermanos de Pedro Remonda. Como dato complementario, se consigna que Ernesto fue presidente del Club Atlético Argentino, luego llamado Club Atlético de Rafaela.

El segundo intento propio fue la creación de la orquesta "La Lira" y, algunos años después, creó la orquesta "Almas Bohemias". Una de las ocupaciones usuales en la época, pero extraña para nosotros, ha sido la musicalización durante la proyección de películas del cine mudo. Esto lo ejerció desde 1917, junto al reconocido músico Luis Ricci. Apenas un año después, en 1918, Cetta fundó la primera orquesta típica rafaelina, secundado por el violinista Luis Remonda y acompañado también por Felipe Perch, Juan Boesch, Culiersi y Pierri. Inquieto y emprendedor, no dejó pasar la oportunidad de asociarse con Feliciano Brunelli, un talentoso acordeonista para quien compuso algunas de sus ochenta piezas musicales y con el que formó la orquesta Cetta-Brunelli. Como promotor de la música y los músicos, integró la primera Comisión Directiva del sindicato, fundado en 1947.

Cerrando un círculo de vida, la "Banda" que lo vio iniciarse como músico le confió su dirección, de 1961 a 1966. Innovó en esa función abriendo el repertorio tradicional de marchas y clásicos, al incorporar valses y tangos. Falleció el 9 de julio de 1989.

Feliciano Brunelli

La familia Brunelli había iniciado su viaje como emigrantes hacia la Argentina, pero debieron hacer una escala obligada en Marsella, porque Feliciano, el bebé que esperaban, adelantó su nacimiento. Se instalaron en Rafaela con una casa de música en Bulevar Lehmann, mientras Feliciano crecía y tomaba clases en el conservatorio del profesor Luis Ricci. Integró varias agrupaciones orquestales, destacándose como acordeonista. Para probar fortuna y fama, a principios de la década del 30 se trasladó a Buenos Aires. Allí se le reconoció su talento, que tuvo repercusión nacional.

Casado con María Victoria Carbonari, oriunda de Macerata, Italia, tuvieron 8 hijos. Como no podría ser de otra manera, cuatro de los hijos varones formaron una orquesta con la que amenizaban bailes y fiestas en Rafaela y en la zona.

El renombre popular de don Feliciano es lo bastante conocido como para que obviemos mayores detalles, pero sí señalemos que fue uno de los referentes necesarios de la música popular argentina.

Feliciano Brunelli.
Feliciano Brunelli.

Ernesto Rondó

Ernesto Pieroni, tal su verdadero nombre, nació en Rafaela el 1° de noviembre de 1927. Su padre, Bartolo Pieroni, fue bandoneonista en una orquesta típica y, a sabiendas o no, inculcó en su hijo el amor por la música y especialmente por el tango. El instrumento elegido para expresarse fue su propia garganta, con la que practicaba los éxitos que la radio reproducía de Carlos Gardel y Francisco Fiorentino.

A los 20 años, Mario Platini lo incorporó como vocalista de su orquesta, a la que accedió con el seudónimo de Ernesto Ruiz. Su paso por los escenarios como cantor lo entusiasmó de tal modo que decidió radicarse un breve tiempo en Rosario, en la Avenida Rondeau. Pensando en un seudónimo para su incursión en Buenos Aires, adoptó la fonética de la avenida rosarina, por lo que pasó a llamarse Ernesto Rondó.

En Buenos Aires, Ernesto comenzó a vincularse con orquestas, compositores y público de tango, que valoró su timbre de voz sonora y su estilo gardeliano acentuado por un peinado a la gomina y pañuelo al cuello. Con esos distintivos, fue convocado como cantor de la orquesta de Juan D'Ambroggio, que estaba preparando un viaje a Francia. Allá fue Ernesto; su talento fue reconocido de inmediato. Se radicó en París, que le sirvió de plataforma para divulgar sus dotes como cantante solista, recibiendo premios y distinciones, integrando espectáculos, actuando para el cine; en una palabra, insertado en un medio difícil pero consagratorio.

El éxito europeo de Ernesto Rondó, aun estando como en el tango "anclao en París", no le hizo olvidar su origen: periódicamente visitaba la Argentina y pasaba unos días en Rafaela junto a parientes y amigos, siempre cordial y amistoso. Su vida en la Ciudad Luz se apagó el 19 de octubre de 1992.

En el rincón sudeste de Rafaela se juntan tres calles con nombres musicales: Miguel Cetta, Feliciano Brunelli y Ernesto Rondó, cada uno con su estilo, cada uno con su fama, componen un acorde de memorias en pentagrama.

Fuentes: María G. Mendoza y Sindicato de Músicos

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