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Opinión

La cooperación

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Decir que algo se había comprado en La Cooperación era referirse a un almacén de ramos generales, ferretería, bazar y panificación, uno de los primeros ejemplos de la actividad cooperativa en el pueblo de Rafaela: la Sociedad Cooperativa de Consumos de Rafaela.

Antes de que esa figura tomara las riendas del negocio, hubo una historia de familia, trabajo, política, apogeo y caída. Luis Bonazzola, a fines del siglo XIX, casado con una mujer de apellido Tettamanti, era el titular de la filial de un negocio de ramos generales con casa matriz ubicada en la ciudad de Santa Fe, Tettamanti y Bonazzola, con una sucursal en Rafaela que giraba bajo el nombre Bonazzola y Cía. Se inició en 1893 en un local ubicado en bulevar Santa Fe y Pueyrredón. El comienzo fue muy auspicioso. Mientras el pueblo crecía, los lugares de abastecimiento eran el mencionado Bonazzola y el de Maggi Hnos. y Manetti.

Cuando Luis Tettamanti hubo cumplido 17 años, sus padres, Domingo e Irene Ossola, intentaron llevarlo a Europa para seguir estudios junto a su hermano, pero Luis escapó de su casa y se ocultó en el campo de un amigo hasta que zarpó el barco. Su padre murió en Italia a poco de llegar, por lo que su madre, ya que Luis se negó a estudiar, lo envió a Rafaela, a trabajar en su almacén. La sociedad se formó con el aporte de $ 100.000 de Luis Bonazzola y $ 50.000 de Luis Tettamanti el 25 de agosto de 1896 bajo la denominación "Luis Bonazzola y Cía."

Apogeo, perigeo, ocaso

Con el entusiasmo propio de los primeros tiempos, a lo que se sumó el espacio insuficiente, compraron la manzana comprendida entre las actuales calles Yrigoyen, Chacabuco, Rivadavia y Colón. Allí ampliaron la oferta de mercaderías. Simultáneamente, la sociedad de Maggi y Manetti le vendieron a Ripamonti y Cía. el negocio que, también con ramos generales, se ubicaba en Belgrano y 9 de Julio, a una cuadra de distancia. Por si esa competencia no bastara, surgió también, a una cuadra hacia el noroeste, el almacén y bodega Paviolo, con frente a la plaza 25 de Mayo.

Luis Tettamanti no era hombre de ubicarse junto a un mostrador y esperar la llegada de clientes; con su espíritu de iniciativa y servicio, se interesó por la cosa pública y comenzó a alternar su actividad comercial con la política. Pronto fue absorbido por el servicio público, donde actuó como Presidente Comunal, presidente de la Sociedad Rural, del Club Social, director del Banco Provincial; actuando como jefe de policía, organizó una patrulla para combatir las andanzas del gaucho Muga, que sembraba el miedo entre los colonos; le tocó enfrentar las epidemias mortales de principios de siglo; apoyándose en su hermano arquitecto, que trabajó ad honorem, promovió la reconstrucción de la iglesia parroquial, que había sido destruida por un temporal. Así, muchas iniciativas absorbieron su atención. Eran tiempos en que la actividad política no daba dinero, por el contrario, lo requería. La competencia comercial y otros factores propios de su funcionamiento, hicieron que los grandes almacenes Bonazzola-Tettamanti caigan en quiebra y sean protagonistas de un remate que fue el acontecimiento de la época. Lo único que pudo rescatarse fueron la vivienda y oficinas que han ocupado desde entonces Roberto y Armando Tettamanti, hijos de Luis y sus respectivos descendientes, con frente a la plaza 25 de Mayo y con salida por calle Colón.

Metamorfosis

Volvemos unos años y encontramos la formación de una cooperativa impulsada por iniciativa de los vecinos; después de apasionadas discusiones, quedó constituida la Sociedad Cooperativa de Consumos Generales, que en asamblea designó a una comisión provisoria para que estudie la factibilidad del emprendimiento, cuyos principales dirigentes fueron Francisco Demo, Antonio Tosolino, Carlos Carlozzi y otros. La idea era comercializar artículos de primera necesidad. El 1° de julio de 1912 quedó concretado el proyecto, y la sociedad pasó a llamarse Cooperativa General de Consumos de Rafaela, fijando su domicilio en la esquina de 25 de Mayo y Maipú. El Consejo de Administración estuvo presidido por José Lorenzatti, acompañado por Bautista Davicino, Vicente Guglielmino, Juan Perucca, Francisco Beltramino, Francisco Bruno, Santiago Lorenzatti, José Peretti, Antonio Andreo, Alfredo Bruno, Juan Operto, José M. Williner, Antonio Manera, Francisco Peretti, Carlos Carlozzi y Francisco Demo.

En ese momento, no había una legislación que amparara a las cooperativas, la que recién se promulgó en 1926, por lo que el 23 de septiembre de 1917 se transformó en Sociedad Anónima General de Consumos. Necesitando mayor espacio, ante la falencia de la sociedad Bonazzola y Cía., se adquirió en remate el edificio y buena parte de la mercadería existente el 28 de octubre de 1915. Años después, el 1° de marzo de 1969, siguiendo la tendencia de los tiempos, se registraron modificaciones edilicias importantes, para inaugurar el Supermercado Quijote. Entre un acontecimiento y el otro, los ciudadanos más antiguos siguieron hablando de La Cooperación, el perfume inconfundible de la panadería que abría sus puertas por calle Colón y que después, merced a la industrialización, ese perfume fue cubierto por una oferta múltiple: las nunca igualadas masas domingueras. La simpatía de Irma y sus compañeras de mostrador, pasaron al mundo de recuerdos y nostalgias… "Ah! pero las masas de La Cooperación…"

La metamorfosis final con el nombre de La Anónima es todo un símbolo de rostros desaparecidos entre calendarios y evolucionismo. Los habitantes de una Rafaela entretejida de costumbres han perdido los aromas propios, los rostros familiares, la charla sin apuro, todo lo que se resumía en las mañanas de La Cooperación.

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