Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Opinión

Paso, Pésaj, Pascua

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

Pronto será el plenilunio de primavera en el hemisferio norte; este año sucederá desde la caída del sol del 22 de abril hasta el 30. Para el pueblo judío es un motivo de gran alegría, porque conmemora la oportunidad en que pasaron de la esclavitud bajo los egipcios hacia la libertad. Esa noche mataron un cordero, lo comieron y con su sangre marcaron la puerta de entrada como señal de que allí vivían judíos y por eso el primogénito no sería atacado por el enviado de Dios. En ese momento de la historia empezó el gran Paso, la transición de esclavitud a libertad, aunque para obtenerla haya sido necesaria una travesía por el desierto, con todo lo que ello significó.

El Paso, traducido Pésaj, es revivido cada año en la misma fecha del calendario hebreo, del 15 al 22 de Nisán. Como no hay una correlación entre este calendario y el gregoriano que utilizamos oficialmente, el Pésaj o Pascua judía cae en los meses de marzo o abril, variando de un año a otro. Durante la semana se cumplen una serie de ritos, especialmente en el ámbito familiar.

La Pascua cristiana muestra cierto paralelo con el Pésaj judío. La figura de Jesucristo, nombrado en diversos pasajes como el Cordero de Dios, afronta todo tipo de sacrificios y vejaciones y ofrece su propia sangre para salvación de la humanidad. Si bien muestra a un Cristo aparentemente vencido y condenado a muerte durante la Semana Santa, surge en la Pascua como emblema de libertad y triunfo.

La fecha de celebración de la Pascua cristiana es el domingo inmediatamente posterior a la primera luna llena tras el equinoccio de marzo y se determina empleando para el cálculo la luna llena astronómica. Esto puede ocurrir antes del 22 de marzo y no después del 25 de abril. A partir de la determinación de la fecha de la Pascua de Resurrección, se cuentan 40 días hacia atrás para establecer el comienzo de la cuaresma, que remeda los 40 años del paso por el desierto. Después, se suceden todos los actos del calendario litúrgico. En las últimas semanas circuló la versión de que el Papa Francisco estaría realizando consultas y estudios con otras comunidades de origen cristiano para determinar una fecha fija para la Pascua.

Tanto el Pésaj como la Pascua son acontecimientos centrales para judíos y cristianos, por esa razón se celebran con diversos actos que exteriorizan el proceso de dolor y triunfo que ambos pueblos han experimentado en algún momento de su historia. Para los judíos transcurre el año 5784, contado desde el nacimiento de la primera pareja humana, aún con la esperanza de la venida del mesías; para los cristianos, que comparten la historia bíblica, la venida de Cristo significa la llegada del Mesías y, como tal, el comienzo de una nueva era. En su paso por el desierto, los judíos comían el pan ácimo o matzá, una galleta hecha con harina y agua, pero sin leudar, porque estaban urgidos por la persecución egipcia. En la última cena, replicada cada jueves santo, Jesús reparte pan ácimo convertido en su cuerpo y el vino convertido en su sangre, como síntesis de la transmisión del dolor y la liberación.

Durante los días 22 al 30 de abril (fecha correspondiente al 2024), los judíos celebran el Pésaj con algunos mandatos y tradiciones que se transmiten por generaciones. Por ejemplo, el Séder de Pésaj es una cena cuyos elementos, cada uno con su significado, son: lechuga romana, pata de cordero asada, rábano con remolacha, palos de apio, huevo duro, más una pila de tres panes ácimos. No está permitido el consumo de alimentos derivados de cereales ni el uso de vajilla contaminada durante el resto del año. Cada comensal tendrá una copa donde beberá vino cuatro veces, recordando las promesas de Dios contenidas en cuatro verbos: los sacaré de la esclavitud, los salvaré, los redimiré, los tomaré para Mí.

Entre los cristianos, la Pascua es precedida por los 40 días de la cuaresma, que incluyen algunas actitudes penitenciales concretas. A continuación, la Semana Santa comienza con el domingo de ramos, celebrando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén; en los siguientes días se convoca al arrepentimiento mediante las confesiones. El jueves se conmemora la última cena, con el legado de la comunión, el anuncio de la traición inminente y luego la penosa oración en el huerto de los olivos, llamado Getsemaní. Aun hoy puede visitarse el lugar, desde el que se ve la ciudad de Jerusalén. Judas encontró allí a Jesús fácilmente porque solía retirarse a ese lugar para orar, junto a sus apóstoles.

El viernes es el día central de la Pasión, con la procesión del vía crucis y la recreación de la muerte de Jesús. El sábado es día de recogimiento para conmemorar la permanencia de Jesús en el sepulcro. El domingo, al tercer día, la celebración señala a la Pascua de Resurrección como jornada de triunfo de la vida sobre la muerte.

Además de la celebración espiritual, se incluyen costumbres, especialmente referidas a la gastronomía. Por ejemplo, regalar huevos de chocolate proviene de una antigua costumbre de los egipcios, que se regalaban huevos decorados por ellos mismos, en las ocasiones especiales, costumbre adoptada por los cristianos, entre quienes estaba prohibido consumir huevos durante la cuaresma. En cuanto a la rosca, proviene del año 476 durante el sitio a la ciudad de Pavía, donde un pastelero decidió regalarle al rey bárbaro, que estaba sitiando la ciudad, un postre en forma de paloma, como símbolo de paz; el rey, conmovido, agradeció el gesto levantando el sitio. Entre nosotros, la paloma se fue convirtiendo en rosca, en nido, mientras en Italia se mantiene actualmente la forma de paloma (la colomba).

En todos los casos, lo esencial de la Pascua es renacer a una vida nueva, que nos una en el diálogo hacia el bien común y nos impulse a la construcción de una sociedad mejor.

enfoques

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso