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Opinión

Una ciudad que sorprende

Alcides Castagno

Por Alcides Castagno

En las Elecciones de 1912, las primeras con voto secreto según la Ley Sáenz Peña, el partido Radical había logrado triunfar sobre Lisandro de la Torre y colocar en el poder provincial a un hombre joven y emprendedor, de 36 años: Manuel Joaquín Menchaca, médico, farmacéutico, docente y político, oriundo de la ciudad de San Nicolás. Gobernó nuestra provincia entre 1912 y 1916, con Ricardo Caballero como vicegobernador. Con su esposa, Matilde Bonnard, tuvieron cinco hijos: Manuel, Matilde, Roberto, Carlos y Estela.

Menchaca tuvo dos grandes acontecimientos que condicionaron la economía de la Provincia: la primera Guerra Mundial, por la que se prohibieron las exportaciones, y la gran huelga agraria conocida como el Grito de Alcorta. Organizó ollas populares para mitigar los efectos de la desocupación, obtuvo la nacionalización de la Universidad del Litoral y en 1921 presidió la Comisión Constituyente que reformó la Constitución de la Provincia.

Propulsor de las escuelas granjas, creó para Rafaela la Escuela de la Familia Agrícola que fue evolucionando hacia la escuela de Educación Técnica que conocemos hoy. Falleció en Buenos Aires a los 92 años el 26 de agosto de 1969.

Casi de inmediato de haber asumido la gobernación, Manuel Menchaca tomó en cuenta el censo de Rafaela, por el cual reunía la cantidad de habitantes suficiente como para erigirse en ciudad, hecho que dispuso el 26 de enero de 1913.

Aquel enero

No fue un verano común. Los rezongos de quienes se oponían al estatus de ciudad, porque significaba más impuestos y más costo político, fueron ahogados por el entusiasmo de las distintas comisiones para los actos oficiales y para los festejos populares. En ese momento el Intendente Municipal era designado por el Gobernador; el nombramiento recayó en el escribano Manuel Giménez y como secretario Carlos Aufranc. En cuanto al Concejo Deliberante, debía surgir de una elección popular, por lo que se nombró a una comisión administradora para, mientras tanto, asistir al Intendente. La integraron José María Podio, Carlos Bonazzola, Martín Martinetti, Calesancio Stoffel y Martín Oliber.

Menuda tarea le correspondió a la comisión provisoria: desde la determinación del presupuesto para los festejos, pasando por la convocatoria a las entidades, hasta la gestión para obtener fondos de la provincia, que fueron medidos pero no negados. Se instalaron arcos de triunfo en la cabecera de los bulevares; el más importante daba a la cabecera del Bulevar Santa Fe, por donde pasaría el Gobernador con su comitiva.

La Fiesta

Los festejos constituyeron un programa que duró 3 días: el 25, al atardecer, disparos de bombas e iluminación general de la ciudad. A las 21:00 hs, retreta en la Plaza "25 de Mayo". El día 26 comenzó a la salida del sol con una salva de 101 cañonazos y diana en la

Plaza; el revoloteo despavorido de los pájaros y la sorpresa de algunos desprevenidos subrayaron lo insólito de tales estampidos, en una ciudad que a esa hora solía despertar en silencio.

A las 9:30 hs estaba citada la población, sus autoridades, comisiones, entidades y escuelas, todas embanderadas, para dar la bienvenida, frente a la Jefatura de Policía, al Gobernador y su comitiva. Allí el Dr. Menchaca, acompañado por parte de su Gabinete, firmó el decreto declaratorio de Rafaela ciudad. A continuación, la columna popular se dirigió hasta el palco en la Plaza "25 de Mayo", donde esperaba el Intendente para darle la bienvenida; el Gobernador respondió con su propio discurso. Desde allí, la comitiva se dirigió a los alojamientos previstos, para continuar con el lunch en la Sociedad Italiana Vittorio Emanuele II, a las 11:00 hs. Desde allí, los vehículos estaban preparados para trasladarse a la Sociedad Rural, donde a las 12:00 hs estaba listo un "banquete popular para 300 cubiertos", entre invitados y adquirentes de tarjetas. A los postres, actuó el cuerpo de gimnastas de la Sociedad Sportiva Rosarina. Enseguida, comitiva oficial, acompañantes y curiosos se dirigieron a la cabecera del Bulevar Lehmann, para colocar la piedra fundamental del Monumento a Guillermo Lehmann; monumento éste que, como sabemos, esperó hasta el 30 de octubre de 1966, unos 53 años, para su inauguración. Ante la piedra fundamental habló el presidente de la Comisión de Fiestas, Senador Carlos Suter; a continuación, el Ministro de Gobierno de la Provincia. A las 18:00 hs, después de un descanso, se pudo asistir al Corso de Flores en la Plaza. Esta manifestación, de la que no hay mayores especificaciones, solía consistir en un desfile con trajes coloridos, exhibiendo flores y frutos del lugar, con acompañamiento de músicos y bailarines; culminó con un espectáculo de fuegos artificiales y procesión de antorchas a lo largo del bulevar Roca.

La celebración desembocó en los bailes. A partir de las 21:30 hs, danzante popular frente al monumento a Belgrano. A las 23:00 hs, baile de gala con autoridades e invitados, en el Club Social.

Cualquiera diría que con estos festejos podía darse por terminada la celebración. Nada de eso. A la salida del sol del día 27, nuevamente los estampidos y diana en la Plaza. Allí mismo, las damas rafaelinas repartieron masas y bombones que habían preparado para los niños. A las 12:00 hs, asado con cuero en la Sociedad Rural. A las 16:00 hs, nuevamente la Plaza "25 de Mayo" fue escenario para juegos y concursos con premios. Acto seguido, desde las 18:00 hs, se repitió el Corso de Flores y los fuegos artificiales, en esta oportunidad en el Bulevar Centenario, el que se había llamado Susana y después se llamaría Eva Perón e Hipólito Yrigoyen. Finalmente, el baile popular junto al Monumento a Belgrano significó el cierre de una celebración que contó con todos los ingredientes posibles para coronar la fiesta.

Faltaba un paso más para la coronación de Rafaela ciudad: la elección de concejales. Cumplido el acto electoral, el primer Concejo Deliberante se constituyó el 10 de septiembre de 1913, presidido por Nicolás Gutiérrez e integrado además por Antonio Cossettini, Eduardo Chiarella, Emilio Galassi y Carlos Mognaschi.

Rafaela ya había sorprendido con su crecimiento explosivo como pueblo; ahora, como ciudad, continúa su camino para sorprender al mundo.

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